El taller es un lugar sagrado, un espacio que se gana y se conquista, que se construye paso a paso con paciencia. 

Es el lugar en el que todo sucede, un lugar para crear, experimentar, fallar y avanzar. El perfecto lugar para soñar. 

El día a día es la vida misma. Momentos para reir y conversar, para orar, para escuchar la música que alegra el alma, algunos momentos para llorar y recordar a los que extrañamos, muchos desafíos al construir, paciencia al secar las piezas, emoción, sorpresa y gratitud al abrir el horno.

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